¡Hola, soy Cristina! Y antigua alumna de Turismo, promoción del 2009. Me pidieron que compartiera contigo los pasos que he dado hasta llegar aquí, y bueno, de eso trata este artículo. ¡Espero no aburrirte demasiado!
A lo mejor te preguntas qué quiero decir con eso de “hasta llegar aquí”. Me refiero al camino seguido desde mis años de carrera hasta dirigir el Departamento MICE de una Agencia de Eventos en Dublín.
Los años universitarios
Curiosamente, nunca imaginé que mi carrera profesional estaría ligada al Turismo. De pequeña, soñaba con estudiar las estrellas, hasta que descubrí que había que estudiar matemáticas y física, así que lo pensé mejor y miré para otro lado.
Por recomendación de una amiga, empecé el Ciclo Formativo de Grado Superior de Alojamiento en Torremolinos, y ahí me enamoré del Turismo. Estos estudios y las divertidas historias que me contaban mis amigos de su época de universitarios, me animaron a estudiar la carrera en la, por aquel entonces, Escuela de Turismo de la Universidad de Málaga. Esta decisión marcaría las siguientes etapas de mi vida.
Compaginaba la carrera con trabajillos de azafata en congresos y cualquier evento del que me llamaran. Un día, mi amigo Felipe me preguntó que me gustaría hacer cuando acabase la carrera, y le contesté que quería organizar eventos. Entonces no tenía ni idea de que MICE era una salida profesional dentro del Turismo, la carrera no estaba muy orientada al Turismo de Negocios, bueno, realmente no quedaba claro a qué nos podíamos dedicar más allá de hoteles y agencias de viajes.
Recuerdo con cariño mis años universitarios. Los ratos en la cantina, las tapas por Teatinos, las noches de estudio en la Biblioteca… No sé cómo lo hacíamos, ¡pero siempre había más risas que libros abiertos sobre las mesas!
Pero mi mejor recuerdo es el momento en que decidí irme de Erasmus a Alemania. ¡Fue una experiencia increíble! La primera vez que vivía fuera de España, que digo, la primera vez que vivía fuera de Málaga.
Llegué a la pequeña ciudad de Heilbronn, sin tener ni idea del idioma ni cómo manejarme por un país extranjero, pero aquello, lejos de asustarme, me daba un subidón de adrenalina.
Buscarme las habichuelas por mi cuenta, conocer gente de distintos países, trabajar en un McDonalds porque no llegaba a fin de mes con la beca, las fiestas en la residencia y en el Klub Sofa (nuestra segunda casa), el largo viaje en tren a Munich solo para pasar unas horas en el Oktoberfest.
Estos y muchos más son grandes momentos vividos que confirmaron los temores de mi familia, que había nacido para andar con la maleta a cuestas. Si ya me lo decía mi abuelo “a ti el techo de casa no se te va a caer nunca encima!”.
Cuando regresé a Málaga, lo tenía claro, en cuanto terminara la carrera, mi maleta y yo volveríamos a vivir nuevas aventuras.
Una aventura londinense
Y llegamos al año 2010, cuando tras varias entrevistas en Francia y Austria, decidí que mi destino era Londres, una ciudad llena de oportunidades, donde ser joven no era un hándicap para encontrar un buen trabajo y donde crecer profesionalmente era realmente posible.
Allí llegué con mi maleta, sin trabajo, pero con la certeza de que había encontrado mi lugar. Así empezaron los mejores años de mi vida. ¡Necesitaría varios artículos para describir lo que Londres ha significado para mí, pero lo dejaré para cuando escriba mis memorias!
Después de seis meses trabajando para el imperio Inditex, llegó mi primera oportunidad en un tour operador donde aprendí a cotizar y hacer propuestas, negociar con proveedores, organizar tours por Reino Unido que luego venderían agencias de viaje en otros países. Estaba más cerca de mi objetivo: organizar eventos.
10 meses después, mi amiga Carmen me recomendó a su amiga Maria que trabajaba para otro DMC en Londres, especializado en MICE, y buscaban a alguien. Por fin encontraba los proyectos en los que quería trabajar: conferencias, reuniones, viajes de incentivo, offsites.
Pase los siguientes cinco años conociendo los mejores hoteles, restaurantes y venues de Reino Unido, poniendo a prueba mi creatividad con cada propuesta para conseguir esa confirmación que nos acercara al target. Me sentía como pez en el agua!
Me llovían invitaciones a eventos en esos mismos hoteles y venues que luego ofrecía a mis clientes. Visité la Torre de Londres en privado, tomé champagne en una cápsula privada en London Eye, dormí en una Junior Suite del lujoso Mandarin Oriental y vi los mejores musicales del momento. Suena bien, ¿huh?
Esa era la parte divertida, detrás quedan interminables jornadas de oficina para enviar las propuestas a tiempo a los clientes, incontables horas extras en preparación al evento para que no faltara ni un detalle, cambios de última hora, el sonido del despertador de madrugada para que el montaje de la conferencia estuviera perfecto. En fin, ¡las canas que tengo ahora no salieron por gusto! Aun así, no cambio lo vivido por nada del mundo.
Mi Brexit a Dublin
En 2017, después de siete años en Londres, mi maleta empezó a quejarse porque llevaba mucho tiempo tranquila, y ahí comienza mi Brexit personal a Dublín.
Mi experiencia en eventos, mi cartera de clientes y hablar varios idiomas me ayudaron a aterrizar mi actual puesto de trabajo, directora del departamento MICE de una agencia de eventos irlandesa. A la parte operativa del trabajo, se sumaba la parte comercial con viajes a ferias del sector, eventos de networking y visitas a clientes. Completaba así el círculo profesional.
Uno de mis libros favoritos es El Alquimista, donde Coelho dice con mucho acierto que cuando deseas algo con mucha fuerza, el universo conspira para que realices tu deseo. Creo que si todos deseamos algo desde el corazón, sin pensar en los resultados, y sabemos movernos y esforzarnos, nuestra recompensa será mejor de lo que esperábamos.
Si estás leyendo este párrafo, has sobrevivido al rollo que te he soltado, y espero que te haya inspirado a soñar y perseguir tus sueños sin ponerte límites ni fronteras!
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